La evolución de G-Sync hasta el G-Sync HDR
En realidad, las pantallas LCD fueron en su momento un gran retroceso para la calidad de imagen en los juegos. Las pantallas CRT más capaces no solo ofrecían velocidades de actualización notables, sino que su “velocidad de pixel” era magnifica y las latencias, como el input-lag, tendían a cero.
Los LCD trajeron consigo muchas mejoras, sobre todo en formato y salud visual, pero también arrastraron a los jugadores a un agujero del que ha costado salir. En la era de los CRT usar Vsync (fijar una velocidad máxima de FPS sincronizada con la frecuencia vertical del monitor) no era un problema tan grave como ahora, porque no había tanto efectos adversos, así que normalmente siempre optábamos por la sincronización vertical forzada, aunque como ya sabemos esto tampoco era la solución definitiva.
Con el tiempo los monitores LCD fueron evolucionando a paneles mas rápidos, con una actualización de píxel mayor y sobre todo a ofrecer velocidades de actualización vertical más elevada que permitiera usar sincronización vertical por software, el famoso Vsync, a velocidades mayores con una mejor experiencia de juego en general.
Los monitores actuales ofrecen grandes frecuencias, y múltiples modos, para que el jugador lo adapte de la mejor forma posible a su hardware o incluso a cada juego.
A estas mejoras en los paneles se fueron introduciendo mejoras también en cómo se iluminaban los paneles. Algunas de estas técnicas, como el ULMB, fueron pioneras en este sentido y en buena medida algunas de las técnicas más modernas son evolución de esta tecnología. El ULMB o “Ultra Low Motion Blur” juega con la retroiluminación del panel para añadir más contraste en las zonas adecuadas de la imagen, para reducir el efecto de arrastre de píxel, conocido como “blur” que vemos en juegos donde hay una gran acción en pantalla. Estas técnicas, con los paneles más modernos, no arreglaban el problema del todo, pero sin duda eran una ventaja técnica importante para los jugadores que tuvieran acceso a estas pantallas de calidad superior.
El problema era que no siempre nuestra grafica era capaz de dar la frecuencia vertical adecuada para mantener a raya efectos de imagen como el “tearing” o de control como el “input-lag”.
Entonces llega G-Sync, una tecnología que combina las mejoras de los paneles, las técnicas como el ULMB y que añade un controlador por hardware en la pantalla que es capaz de dar el control de la velocidad de actualización vertical a la GPU. Es la GPU la que ahora dice, en fracciones de segundo, a qué velocidad debe actualizar el monitor la imagen y lo hace, como no, según los FPS que es capaz de ofrecer nuestra pantalla.
G-Sync permite que el monitor se adapte a la frecuencia de salida de la GPU. Es decir, que si nuestra GPU da 42FPS la frecuencia vertical del monitor se ajusta a esa frecuencia y por tanto elimina los problemas de adaptación del Vsync y en monitores rápidos, como los que podemos encontrar hoy, se reduce de forma notable la latencia de entrada, se generan imágenes con menos fijación de pixel y por tanto imágenes más definidas y un juego con más respuesta a nuestros comandos.
G-Sync cambio nuestra forma de entender los monitores gaming, al menos los de gama más alta, y también fue el precursor de que ahora tengamos otras tecnologías de sincronización adaptativa como Freesync, precursor a su vez del “Adaptive Sync” del estándar VESA. G-Sync es compatible con pantallas de todo tipo de resolución, aunque siguen siendo monitores caros, por la necesidad de los royalties y la electrónica añadida.
El coste es la principal, el requisito de una gráfica Nvidia es otra (Adaptative Sync podría ser soportado por graficas Nvidia ya que es un estándar abierto pero ciertamente la marca no ha querido dar cobertura a la tecnología libre), pero también tenemos otras limitaciones como que solo es soportado a través de conectividad Displayport y solo a partir de graficas con soporte Displayport 1.2 cosa que tampoco es tan restrictivo hoy en día ya que desde las Geforce GTX 650 Ti hay soporte para esta tecnología.
Hay monitores G-Sync con conectividad HDMI, pero G-Sync no funcionará en esos conectores, sirve como conexión auxiliar.
Otra de sus limitaciones es que no soporta la tecnología de grafica doble denominada Nvidia Optimus. Esta tecnología, donde la gráfica integrada hace de interfaz con el monitor, no es compatible con G-Sync, aunque algunas máquinas, sobre todo portátiles, permiten desactivar la gráfica integrada a nivel de bios, para que sea la gráfica dedicada la que tome todo el control y entonces si tendremos soporte para G-Sync.
Es decir, el HDMI queda descartado, al menos de momento y en todas sus versiones. Da igual si tu grafica es de última generación o tienes un monitor G-Sync con conectividad HDMI, por ese conector no funcionará. Así de simple. Con el tiempo también se han introducido mejoras, como el soporte para modo de uso en ventana, que originalmente no estaba soportado, pero esto realmente no ha requerido mejoras de hardware sino de controladores.
Activar G-Sync es sencillo, basta activar la opción en el panel de control de los “drivers” de Nvidia, pero en los juegos requiere de algunos ajustes como eliminar la limitación de FPS, esto es el Vsync, y usar siempre un modo de resolución óptimo para el monitor y nuestra gráfica.
El uso de limitadores de FPS por software, que no está directamente soportado por los controladores de Nvidia, también ha demostrado que mejora el comportamiento del G-Sync. Se trata de fijar la resolución nativa del monitor, con su mejor tasa de refresco vertical, pero limitar a nuestra gráfica a trabajar a algunos FPS menos de ese límite lo que hace que el G-Sync siempre este activo.
Otra cosa que no le sienta bien al G-Sync, aunque ciertamente siempre ha sido una de sus ventajas históricas sobre Freesync (aunque Freesync 2 ha cambiado esto) es que soporta mejor las reducciones de tasa de FPS drásticas o elevadas. Eso hace que se mantenga siempre una gran respuesta en los juegos.
Llegamos hasta hoy, a la incoporacion del G-Sync HDR, un momento que además ha costado a la marca más de lo esperado (los primeros monitores se han retrasado varios meses), donde se combina lo mejor de muchas tecnologías que han ido convergiendo durante estos años. Primero pantallas de ultra alta resolución, 4k, con conectividad mejorada Displayport 1.4 y velocidades de refresco de entre 120 y 144Hz (con overclocking).
A estas pantallas se añaden paneles capaces de establecer coberturas de color y brillo que los hacen compatibles con los estándares HDR10 más extendidos, incluido el soporte integrado en la última versión de Windows 10. Monitores con una capacidad de contraste sobresaliente, cobertura de color un 25% superior al estándar sRGB y compatibles con los mejores juegos y aplicaciones del mercado y magníficos modos de actualización de píxel.
Todo combinado en caros monitores que además integran el ultimo avance de Nvidia en retroiluminación de monitores, la esencia real de esta mejora denominada G-Sync HDR. Los paneles de estos monitores usan 384 leds blancos que se pueden controlar dinámicamente y que se apoya, además, en la iluminación ambiental que recibe el monitor. Esto permite maximizar el contraste, profundizar en la calidad de los negros y potenciar el brillo del monitor por zonas determinadas. Es la madre de todos los ULMB y los resultados son espectaculares en aplicaciones y juegos compatibles.
Ya no se trata solo de que la GPU controle el monitor, sino que el monitor también tenga electrónica añadida que le permita desarrollar nuevos métodos de iluminación altamente complejos que han requerido de una electrónica mucho más potente y de un software muy elaborado. El resultado lo hemos visto en el análisis del nuevo ASUS Swift ROG PG27UQ, un monitor de 2500 Euros.
Si tuviera que elegir entre un monitor Freesync 2 o entre un monitor G-Sync HDR lo cierto es que lo tendría complicado. Ambas tecnologías han avanzado por el camino correcto y ofrecen eso que los jugadores de PC siempre hemos querido, jugar mejor que en otras plataformas en teoría más económicas y estandarizadas.
No voy a entrar en comparativas, porque además no es mi intención con este artículo. Creo que G-Sync abrió el camino, es una tecnología que no se valora hasta que se ve en primera persona y que es difícil expresar la forma en que cambia la experiencia de juego. Evoluciona, se adapta a los tiempos y ofrece al jugador una experiencia sobresaliente tanto en calidad de imagen, eliminando todos esos efectos adversos del pasado y mejorando nuestra velocidad de respuesta.