El almacenamiento externo lleva muchísimos más años de lo que podríamos pensar entre nosotros, pues si bien podríamos pensar que el almacenamiento externo se limita a dispositivos como “pendrives”, tarjetas SD y discos duros externos, la portabilidad va más allá en el tiempo y unidades como los diskettes, tanto en sus variantes de 3.5” como las más antiguas de 5.25” y 8”, así como unidades enfocadas al mercado empresarial como las unidades de cinta magnética, todas ellas cumplen los propósitos comunes de ser unidades que no necesitan de un apagado completo ni un desmontaje importante para retirarlos de forma fácil.
Dadas las facilidades que estas unidades nos aportan en nuestra vida digital, muchos son los esfuerzos que se han realizado para llevar el rendimiento y la capacidad de estas unidades mucho más allá, implementando tecnologías pensadas inicialmente para unidades internas como serían discos duros o unidades de estado sólido, adaptándolas con las interfaces adecuadas para utilizarlas de forma externa mediante conectores USB o Thunderbolt, así como creando estándares nuevos e implementándolos en factores de forma existentes como serían las extensiones de las tarjetas de memoria SD como fueron las SDHC (Secure Digital High Capacity) y SDXC (Secure Digital Extreme Capacity), donde las ultimas alcanzan capacidades de hasta 2048GB, eliminando el límite técnico durante bastantes de los años venideros, y junto a especificaciones de velocidad como SD Express, velocidades de hasta 985MB/s.
Un campo que también evoluciona de forma paralela a estas unidades es el de los adaptadores externos, los cuales nos permiten adaptar nosotros mismos unidades internas para hacerlas funcionar de forma externa sin problema alguno, disfrutando desde las tradicionales cajas para discos duros que podemos ver incluso en algunos salones gracias a sus capacidades multimedia, hasta dispositivos de gama más alta que nos permiten conectar unidades NVMe de forma externa como si de un pendrive se tratase.
Existen multitud de puertos a los que se puede conectar cualquiera de estos soportes, como serían puertos USB, Thunderbolt, eSATA o incluso Ethernet para dispositivos en red. Cada uno tiene unas características concretas, pero un puerto USB 3.2 Gen2x2 puede alcanzar velocidades de hasta 20Gbps, mientras que un puerto USB-C compatible con Thunderbolt 3.0 puede alcanzar velocidades de hasta 40Gbps con potencias de hasta 100W, por lo que podemos alimentar dispositivos de muy alto rendimiento e incluso encadenar dispositivos con un solo cable.
Gracias a esto, la agilidad para transportar nuestros datos a todos lados ha aumentado de forma exponencial, pues con la presencia cada vez mayor de puertos USB-C en distintos dispositivos como unidades SSD externas, portátiles, smartphones e incluso consolas como la Nintendo Switch, este conector reversible con compatibilidad simultánea con distintos estándares de transmisión de datos ha posibilitado que se creen cada vez mejores soluciones de almacenamiento externo con incluso varios discos duros como las unidades NAS de QNAP, las cuales son capaces de funcionar a través de Thunderbolt 3.0 gracias a la posibilidad de conectarlos mediante un cable USB-C.