La fotografía es un mundo que inicialmente estaba separado por completo de la electrónica. No existían sensores, sistemas de enfoque ni exposición automáticos, y con suerte podíamos contar con un flash puramente eléctrico para iluminar las tomas que, dicho sea, podían tomar varios segundos para quedar grabadas en una placa química.
Todo esto ha cambiado a una velocidad vertiginosa, donde en cuestión de un siglo, contamos a día de hoy con cámaras con potencia suficiente para poner en aprietos a ópticas que un día reinaban el mercado, pero que ya no cuentan con la calidad suficiente para pasar desapercibidas ante un sensor de varias decenas de megapíxeles.
Desde cámaras réflex de grandes tamaños a cámaras sin espejo que llevan la fotografía de calidad y grandes capacidades de grabación de video a la mínima expresión, son muchos los fabricantes que han llevado distintos tipos de cámaras al mercado para todos los públicos, donde si bien en su momento la gloria era para las cámaras DSLR, las cuales se pueden clasificar por el tamaño de su sensor, ahora el interés general parece estarse trasladando a las cámaras mirrorless, las cuales por la ausencia de componentes mecánicos en el sistema del disparador, así como un menor tamaño y peso, las hace mejores en algunos aspectos.
Entre ellas podemos encontrar la Sony A7R II, una de las reinas indiscutibles dentro de las mirrorless, en parte por su impecable grabación de video en 4K junto a un reducido tamaño y peso que la hace más fácil de manejar, aunque el mercado de las DSLR está lejos de morir gracias a cámaras como las Canon EOS 1DX Mark II, capaces de grabar también a 4K60p así como a cámara lenta en Full HD.
Precisamente de las gamas altas y profesionales es de donde obtenemos tecnologías que se aplican a lo más mundano, como la estabilización óptica que podemos encontrar en terminales como el Pocophone F1 o la estabilización electrónica de la GoPro Hero 7, diseñados ambos para proporcionar imágenes más nítidas de lo que conseguiríamos si no estabilizásemos el video proveniente de un dispositivo sujeto a movimientos bruscos como las cámaras de acción.
Asimismo, en ocasiones la tecnología aplicada a los terminales de gama más alta termina incluso superando en apariencia a los mercados de cámaras dedicadas, donde la densidad de píxeles que compañías como Samsung han alcanzado al introducir 48 o 64 megapíxeles en sensores del tamaño de una uña, hacen que sus equivalentes en cámaras de formato medio pudiesen tener varios centenares de megapíxeles, y por supuesto, aumentan el detalle que podemos obtener en las cámaras de nuestros smartphones.
Terminales como los Huawei P30 Pro o la gama de los Google Pixel nos enseñan como esto es un hecho, donde podemos obtener fotografías en condiciones extremadamente adversas de luz sin perder tanto detalle como cabría esperar, además de tomar excelentes fotografías en condiciones normales donde los menos experimentados podrían no saber si se han tomado realmente con una cámara profesional o con un Smartphone con la cantidad correcta de postprocesado, algo habitual en smartphones.