Los smartphones con pantalla plegable empiezan a llegar tímidamente al mercado, modelos como el Samsung Galaxy Fold, el Huawei Mate X o el más reciente Motorola (Lenovo) Razr, se dotan de este tipo de paneles que permiten tener dispositivos con un tamaño compacto pero con una pantalla que, al desplegarse, ofrece unas dimensiones más generosas.
Sin embargo, como toda nueva tecnología que llega al mercado, sus precios son todavía prohibitivos y tampoco están libres de fallos o problemas derivados de este tipo de paneles como hemos podido ver en el modelo de Samsung. Al problema del precio elevado de los propios terminales y a la fragilidad que tienen este tipo de pantalla, hay que sumar el coste de reparación en el caso de que le pase algo.
De hecho, en el caso del Huawei Mate X, el precio de sustituir la pantalla ante cualquier fallo es de nada más y nada menos que 1.000 dólares, una cantidad muy elevada que, si la ponemos en perspectiva, nos daría para comprar un terminal tope de gama como el Mate 30 Pro de la propia compañía, un iPhone 11 o prácticamente cualquier smartphone de gama alta del mercado.
De hecho, al cambio directo, la pantalla del Mate X cuesta prácticamente el 50% del precio del terminal.
Es de esperar que, conforme vaya evolucionando esta tecnología y más fabricantes se sumen a lanzar modelos plegables, los costes se reducirán, pero, a día de hoy, los smartphones plegables están lejos de convertirse en algo popular.
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