Los monitores son nuestro principal canal de comunicación con nuestros ordenadores, pues a través de ellos recibimos la mayor cantidad de feedback respecto a nuestras acciones, ya sea escribir un documento como sería este mismo, jugar a un juego o simplemente ver un video online, el canal visual es el más importante de todos y el que más cantidad de información por segundo es capaz de transmitir, y es por ello que la tecnología en materia de monitores ha avanzado muchísimo en los últimos años.
Una de las evoluciones naturales que han recibido los monitores desde sus inicios ha sido la resolución, y es que si bien los primeros monitores medían su resolución en el número de caracteres que eran capaces de mostrar en una consola, con la aparición de las interfaces gráficas de usuario y la capacidad de mostrar imágenes, era necesario aumentar la resolución de estas pantallas para mejorar la nitidez de las imágenes a mostrar.
A día de hoy, disfrutamos de pantallas con resoluciones 4K y 8K, donde las configuraciones multimonitor pueden multiplicar estas cifras para conseguir mostrar imágenes de alta resolución, ya sea con motivo de visualización o de edición profesional de imágenes, a la misma vez que un monitor de alta resolución puede servir para editar video a resolución nativa, como sería el uso de un monitor 5K como el del iMac Retina para editar video a 4K.
Aun así, la resolución no lo es todo, y una vez elegida la resolución de nuestro monitor, tenemos que decantarnos por una tecnología u otra para nuestro panel, dividiéndose principalmente en paneles TN, VA, IPS y más recientemente OLED, donde cada tecnología disfruta de unas ventajas y desventajas distintas.
OLED sería técnicamente el mejor panel del mercado, gracias a su contraste técnicamente infinito y una velocidad de respuesta muy inferior al milisegundo, pero el hecho de que pueden verse fácilmente dañados por imágenes estáticas durante horas como serían interfaces de usuario no los hacen ideales para ordenadores.
Por otro lado, los paneles TN son capaces de funcionar a velocidades muy altas (hasta 240Hz) con velocidades de respuesta también inferiores al milisegundo, y si bien son ideales para gaming, generalmente pecan de ángulos de visión muy malos y una fidelidad de color mediocre, mientras que los paneles VA suelen funcionar a velocidades menores con tiempos de respuesta más altos y un ghosting importante, aunque lo compensan con una mayor fidelidad de color que les permite ser utilizados en aplicaciones de oficina y edición de imagen.
Por último, los paneles IPS procuran juntar lo mejor de los dos mundos, reduciendo los tiempos de respuesta y el ghosting de los paneles VA y mejorando los ángulos de visión y la fidelidad de color de los paneles TN manteniendo unas velocidades respetables con frecuencias de hasta 144Hz, haciéndolos ideales para usuarios que tanto vayan a necesitar un monitor para juegos como para aplicaciones sensibles al color como serían edición de imágenes o video, creando una opción polivalente y que en los últimos años ha reducido su precio de forma sustancial.